El Barrio
Nuevo proyecto de Ley para que el Parque Saavedra sea un Área de Protección Histórica
Es una propuesta impulsada por vecinos, quienes se opusieron a la construcción de un reservorio con forma de laguna artificial dentro del pulmón verde.

Por impulso de vecinos, la legisladora porteña Alejandrina Barry (Frente de Izquierda) presentó esta semana un nuevo proyecto de Ley para que el Parque Saavedra sea considerado un Área de Protección Histórica (APH), denominación dentro del Código Urbanístico que brinda “disposiciones específicas de protección ambiental”.
Como había informado Saavedra Online, el año pasado ingresó otro proyecto de Ley similar elaborado por la misma representante capitalina.
Detrás de este reclamo están parte de los ciudadanos y fuerzas vivas del barrio que se opusieron a la construcción de un reservorio en forma de laguna artificial dentro del Parque Saavedra y que peticionaron ante el Banco Mundial para que no financie el proyecto, tal como terminó ocurriendo el año pasado.
“Queremos que más legisladores y legisladoras se sumen y apoyen este proyecto”, dijo a Saavedra Online el vecino Pablo Iglesias, quien junto a Hugo Campos (Presidente de la Junta de Estudios Históricos de Saavedra y Núñez) y Graciela Corleto elaboraron los fundamentos del proyecto de Ley ingresado esta semana, el cual tiene la adhesión de Gabriel Solano y Mercedes de Mendieta, también del FIT.
Por otra parte, este mismo reclamo forma parte de una nota que distintas instituciones de Saavedra entregaron esta semana a autoridades de la Comuna 12 y del Poder Ejecutivo porteño.
En el presente, hay decenas de APH en CABA por su relevancia ambiental y patrimonial. El Casco Histórico, Mercado de Abasto, Parque Lezama, Plaza Arenales son algunos ejemplos.
De este modo, la defensa del proyecto ingresado esta semana afirma: “El colectivo de vecinos/as solicita que se afecte al Parque Saavedra cómo Área de Protección Histórica. Asimismo reclaman se destinen los u$s300 millones, aún no utilizados y que provienen de un organismo de crédito internacional, para concluir las obras del aliviador Holmberg, comenzar la del aliviador Larralde / Republiquetas y dar inicio a la obra comúnmente denominada Reservorio 2 de Parque Sarmiento, que fuera anunciada por el subsecretario de transporte y obras públicas Marcelo Palacio en la reunión de la Comisión de Relaciones Interjurisdiccionales de la Legislatura de CABA, el 26 de abril de 2021. Cabe destacar que ese lugar, en el Parque Sarmiento, actualmente, se encuentra entregado en concesión al Belgrano Athletic Club”.
Reseña histórica del Parque Saavedra que forma parte del proyecto de Ley:
En 1872, Florencio Emeterio Núñez (1834-1900) vende su casa de la actual calle Sarmiento 1251 (casa que luego es adquirida por Domingo Faustino Sarmiento y es actualmente la sede de la Casa de la Provincia de San Juan) y decide instalarse en Belgrano. Hombre de fortuna y tenaz empresario, Núñez adquiere cincuenta y cinco hectáreas en el cuartel V del partido de Belgrano y conforma con José María Mascías, Antonio Etchegaray, Juan Montes y Joaquín Pedro de Rocha, la Sociedad Núñez y Compañía con el propósito de fundar allí un pueblo que se llamará Saavedra. La empresa Núñez y Compañía le encarga al ingeniero Laurentino Sienra Carranza y al arquitecto Juan Antonio Buschiazzo el diseño del futuro pueblo y su primitiva urbanización. Paralelamente, por gestiones de Núñez ante la gerencia del Ferrocarril del Norte y con la donación que realiza de los terrenos necesarios para su construcción, el ferrocarril decide habilitar la estación Núñez, como parada intermedia entre las de Belgrano (1862) y Rivadavia (1863). (Piñeiro, Alberto; inédito)
El 27 de abril de 1873 Don Florencio Emeterio Núñez arriba a la estación de ferrocarril que luego llevaría su nombre en un tren especialmente dispuesto para la ocasión. Desde allí se dirige con una fanfarria de músicos y vecinos por la calle Del Ferrocarril (actual Tamborini) hasta Arcos donde tomaron Republiquetas (actual Crisólogo Larralde) hasta la actual Av. Parque García del Río. Por ésta siguieron hasta el Paseo del Lago (actual Parque “Brig. Gral. Cornelio de Saavedra”) ingresando por el puente levadizo ubicado en la intersección de la calle Pinto y la Av. Parque García del Río, donde se procedió a la lectura y posterior firma del Acta de Fundación del Barrio de Saavedra. Es importante destacar que el barrio lleva ese nombre a causa de la cercanía del casco de la estancia de su sobrino Luis María Saavedra y como homenaje al 1° Presidente del Gobierno Patrio; también fue un momento único ya que Saavedra es el único barrio de la ciudad, y casi con seguridad del mundo, que posee acta de fundación. Su original se conserva en el Museo Histórico de Buenos Aires “Cornelio de Saavedra”, y en ella se lee: “En el partido de Belgrano a los veintisiete días del mes de Abril de mil ochocientos setenta y tres, habiendo resuelto los señores Núñez, Rocha, Etchegaray, Macías y Montes hacer bendecir y dar el nombre de “SAAVEDRA” (uno de los próceres de la Independencia) al nuevo pueblo que están formando al extremo Norte de este Municipio, que contiene en su centro un gran parque, con lagos e islotes circundado todo de un canal de 30 cuadras de circunvalación y en cuyas aguas flotaba una góndola, siendo Padrino del aquel acto el Excmo. Señor Gobernador de la Provincia don Mariano Acosta tuvo lugar el día de hoy en el sitio preparado al efecto…”.
Finalizada la emotiva ceremonia la empresa Bullrich dio inicio al remate de los primeros lotes del barrio. En ese momento también se realizaron paseos en góndolas que salían desde el parque y llegaban hasta la actual Av. Cabildo.
Reseña el diario El Nacional del 28 de abril con el título de “Fiesta Campestre”: “Tuvo lugar ayer el paseo preparado por los señores Núñez. Asistió un inmenso gentío. Había cerca de 2500 personas. Se inauguró la Estación. Enseguida los invitados se trasladaron al lago. Allí se efectuó otra ceremonia. Un sacerdote bendijo una preciosa góndola. Una banda de música tocó el Himno Nacional. La góndola fue echada al agua por dos marineros. Dos mil personas estaban agrupadas alrededor del lago. Terminada esta ceremonia la gente regresó a los edificios próximos a la Estación. Allí había preparado un abundante lunch. El champagne corrió en grande. Antes de terminar la fiesta, y a pedido de los presentes, hicieron uso de la palabra los señores doctores José Francisco López y Luís V. Varela. Fueron muy aplaudidos. El tren regresó a Buenos Aires con todos los presentes a las tres de la tarde”.
El segundo remate se realiza el sábado 1º de noviembre, y anuncia que Saavedra es “el único paseo que posee Buenos Aires” (El Nacional, 29-10-1873) aunque por entonces el pueblo de Saavedra era parte del municipio de Belgrano, municipio que se federalizó y se integró a Buenos Aires en 1887. A pesar de esto, conviene destacar que, como dice el anuncio, el paseo del Lago (hoy parque Saavedra), es el decano de los parques públicos de la ciudad de Buenos Aires, ya que, aunque de propiedad particular, es anterior al parque 3 de Febrero, que se inaugurará el 11 de septiembre de 1875, es decir dos años más tarde.
Sin embargo, la iniciativa fundacional de Núñez se vio entorpecida por la seria crisis económica cuyos primeros síntomas se perciben en marzo y se agravan en septiembre de 1873. Un testimonio de época señala que en junio se habían paralizado totalmente las transacciones inmobiliarias, las que hasta poco antes habían hecho furor. Como consecuencia, la tierra y las propiedades urbanas eran invendibles por falta de compradores (Chiaramonte, José Carlos, 1986: 106-107). Por ello la empresa Núñez y Compañía estuvo lejos de ser exitosa, y se disolvió. Tras diversas peripecias las tierras del Paso del Lago terminaron finalmente en poder del Banco Hipotecario que había financiado esas operaciones inmobiliarias.
Superada la crisis, la población de Saavedra se incrementa visiblemente a partir de 1881, luego que el Banco de la Provincia de Buenos Aires rematara 1424 lotes que habían pertenecido a Juan Montes y José María Mascías, dos de los socios de la Sociedad Núñez y Compañía, apartados de la misma en marzo de 1874. Florencio E. Núñez construye su casa en Cabildo 3624-54, donde dejará de existir el 30 de marzo de 1900 a las tres y media de la tarde, de gangrena senil según certifica el médico Florentino N. Loza en su partida de defunción.
En 1889 el Ministerio de Relaciones Exteriores proyecta levantar en el predio un Hotel de Inmigrantes, ya que sus propietarios de entonces, los doctores Juan B. Gil y José María Astigueta, le ofrecen en venta al Poder Ejecutivo los terrenos del parque Saavedra. El parque, según se decía, ofrecía un espacio apropiado con la existencia de treinta y cinco mil árboles, eucaliptos y acacias, principalmente. La idea era canalizar el arroyo Medrano para permitir el ingreso de buques de hasta catorce pies de calado; los que podrían acercarse casi hasta el parque permitiendo que los inmigrantes pasaran directamente de los barcos al hotel (Malaponte, Miguel Amelio, 1983-1984).
Sin embargo, una nueva crisis económica irrumpirá en escena ante la certeza de que los préstamos realizados a diversos países serían de difícil devolución. Entre esos países, naturalmente estaba la Argentina, que los había solicitado para realizar obras públicas de salubridad, respondiendo tardíamente a la grave epidemia de fiebre amarilla que había azotado a la ciudad en 1871. Así es como en 1890 estalla una formidable crisis que alcanza carácter internacional, y que algunos consideran iniciada en la Argentina a raíz de las faraónicas inversiones con créditos externos, que se realizaron en los años previos, fundamentalmente para el tendido de líneas férreas. En 1891 la situación es aún peor. En abril, una corrida de pequeños inversores llevó a la cesación de pagos del Banco de la Provincia de Buenos Aires y la liquidación del Banco Nacional. Para Saavedra la crisis tiene una repercusión importante ya que se abandona por impracticable “económicamente” el proyecto de instalar aquí el Hotel de Inmigrantes
Poco después el parque Saavedra se vuelve a abrir al público con su “lago artificial con botes para paseo, calesitas y caballitos automáticos para niños” (La Prensa, 20-1-1891). No obstante, al tiempo sus propietarios pierden el parque por la deuda que habían contraído con el Banco Hipotecario Nacional (Malaponte, Miguel Amelio, 1983-1984). Como consecuencia, en abril de 1893, el banco arrienda a la intendencia municipal toda la extensión denominada “Lago de Saavedra”. Carlos Thays, director de Paseos, firma el acta de traspaso y se encarga del arreglo del mismo. Finalmente, el 11 de febrero de 1908 el Concejo Deliberante aprueba su compra por parte de la Municipalidad de Buenos Aires, a través de la gestión del intendente Manuel J. Güiraldes en la suma de $ 203.500.
En 1912, una de las tan temidas inundaciones provocadas por el arroyo Medrano lo deteriora en forma irreparable. La necesidad de su reconstrucción hace que en 1913 la Municipalidad encargue esa tarea a don Clemente Onelli, el artífice del zoológico de Buenos Aires. Nace así un nuevo y hermoso parque con dos entradas, la principal sobre la calle Pinto y una lateral a la altura de Melián, que se inaugura el 6 de julio de ese año. Onelli le incorpora también un molino holandés que dentro de su estructura oculta el tanque de agua que se utiliza para el riego del predio. Siete meses más tarde se habilita una pileta de natación para niños. Vale destacar que la estructura principal del molino aún se conserva en pie y se halla dentro del predio de la ex asociación scout “San Jorge” y actual centro de jubilados “Seguimos andando” con entrada sobre Vilela 3340. Es en 1913 cuando se instaura el busto del “Brig. Gral. Cornelio de Saavedra” con una pareja de leones de hierro fundido como custodia. Lamentablemente el león fue robado y la leona fue encontrada y rescatada por “Monumentos y Obras de Arte” de la vieja Municipalidad de Buenos Aires. Actualmente hay réplicas de los felinos.
Edmundo Rivero lo recuerda: “tenía un foso en derredor y un puente levadizo. Al caer la tarde, el puente se izaba, dejando al parque aislado del barrio. Por si fuese poco había también una especie de castillo con su torre, falsamente medieval. Era la escenografía perfecta para revivir historias leídas en Dumas o Salgari, lecturas disponibles allí mismito, en el propio parque. Porque nuestra ciudad fue, alguna vez, capaz de pensar sus parques más alejados con lugares para la música y para la lectura. En ese de Saavedra había una muy buena biblioteca municipal, donde yo, como la mayor parte de mis compañeros, pude conocer a D’Artagnan y a Sandokan, asombrarme ante las anticipaciones de Verne, que nos parecían imposibles y, en caso de audacia mayor –como yo llegué a tener – aventurarme en otras magias superiores como la Divina Comedia”. (Rivero, Edmundo, 1982: 27).
Escribe Miguel Amelio Malaponte (1986: 76-83) que el arroyo Medrano “corría mansamente formando remansos o lagunas (…) El caudal de sus aguas aumentaba notoriamente después de las lluvias y allá por los primeros años de las décadas del 1920 al 30 no eran tan turbias y en el verano invitaban al baño. Los muchachos se daban en ellas soberbios chapuzones en la época del estío. Claro que estas lagunas tenían sus trampas en forma de pozos y fondos fangosos en los que se hundían peligrosamente los pies de los audaces bañistas (…) Las lagunas que se formaban en el interior del parque eran no sólo más amplias sino que también había algunas islitas (…) El ingreso al paseo era imponente; parecía la entrada a un castillo. El puente levadizo se hallaba sobre la unión de los dos zanjones que bordeaban todo el parque y allí estaban las compuertas que servían para que se llenara el lago que había dentro del parque. (…) La mitad anterior del parque era un jardín con canteros de flores muy cuidados, piletas, pistas de patinaje. La mitad posterior era en cambio un hermoso bosque de eucaliptos, acacias y otros árboles, en gran cantidad. Allí se podía jugar a la pelota o pasar la tarde con la familia haciendo pic-nic. A determinada hora, tocaba una campanita anunciando que el parque se cerraba a la media hora”.
Los primeros años de la década del treinta no son buenos. Un artículo periodístico señala una nueva y al parecer cíclica etapa de deterioro: “En un barrio lejano de la ciudad, donde el progreso se debe principalmente a la acción de los vecinos, porque, como es natural, se adelantaron a la acción municipal, existe uno de nuestros mejores parques. Pero esto, que parece una compensación, no lo es del todo, porque ese parque no sólo está en pleno abandono sino que por la noche permanece cerrado. De esta manera los moradores del contorno se ven privados del placer de pasearse por él durante las cálidas noches estivales (…) El parque Saavedra, al cual nos referimos, con su arroyo interior y los dos brazos del mismo que lo rodean a manera de foso, su gran extensión y su puente levadizo y la gran masa de altos y frondosos árboles, tiene cierto aspecto original que lo diferencia de todos los restantes de la metrópoli. Ello no obstante es el más descuidado de todos (…) Pero, desde luego no aconsejamos que para evitar el trabajo de rastreo del arroyo, por ejemplo, continúe el rellenamiento de los cauces auxiliares del mismo, rellenamiento efectuado ya, en uno de ellos, con pésimo criterio estético (…) Esta especie de ‘horror’ al agua es la causa inexcusable de que se haya alejado el río de la ciudad y se haya privado a ésta de su espectáculo y agradables brisas” (La Prensa, 16-1-1932).
Dos años más tarde la situación no ha mejorado: “en el lecho fangoso de los canales laterales se acumulan lo desperdicios que arroja el vecindario y que no levantan las cuadrillas de peones municipales (…) y así están las cosas desde hace más de diez años, según las informaciones recogidas en la sociedad de fomento respectiva. En épocas de grandes inundaciones todo el parque y sus adyacencias se convierten en un lago enorme, y las aguas entran en las casas circunvecinas (…) como las puertas de acceso se cierran a las 20, desde ese momento en adelante los peatones que pueden acortar la distancia de su trayecto cruzando derechamente por los caminos del parque, se ven obligados a dar un extenso rodeo. Este detalle adquiere mayor importancia si se recuerda que en los días de lluvia estos peatones deben marchar entre el fango de las calles sin pavimento” (La Prensa, 10-6-1934).
El entubamiento del arroyo Medrano, iniciado en 1938 con la esperanza de que el mismo solucionara los graves problemas que planteaban los asiduos desbordes del arroyo, no sólo no evita este problema sino que trae aparejada la destrucción del hermoso parque. Para realizar el trabajo se decide hacer retornar las aguas al primitivo curso del arroyo, atravesando el parque por su diámetro. Se destruye así su magnífica entrada y todas sus construcciones, dañando árboles y plantas. Concluidas las obras de entubamiento el 14 de marzo de 1946, el parque adquiere su actual fisonomía. (Cutolo Vicente Osvaldo, 1996: 893).
Dado que el Área de Protección Histórica no sólo contendrá al parque Saavedra en cuestión sino un área de 200 metros a la redonda, pues en ese perímetro encontramos el edificio de la fábrica Lanfranconi S.R.L. donde nació la pelota “Pulpo” en 1936, el edificio de la Farmacia Saavedra, actual restaurant “Cosecha”, que tiene más de 100 años en pie y aún conserva su fachada original, el Hogar “Balestra Espíndola – Lea Meller Vack” dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación en cuya capilla se guarda una imagen de la virgen que, según la tradición oral del lugar, fue la que estuvo en la quinta de San Vicente y rescatada de la Revolución de 1955 y todo el perímetro del parque aún conserva el adoquinado original, el cual es prioritario conservar.
Otro dato que contribuye a los mitos y leyendas de Buenos Aires es la existencia de un túnel que comunica “Villa Vicentina” o la Escuela Técnica N° 21 “Fragata Escuela Libertad” de Núñez 3638 con el parque Saavedra. Si bien es poco comprobable esto, sí lo es la existencia de un largo pasaje que se encuentra en el sótano de la escuela que presenta grilletes en sus paredes. Lamentablemente este sótano ha sido tapiado pero docentes, ex docentes y auxiliares de la escuela pueden dar testimonio de su existencia. Docentes que hasta hace unos años trabajaban en la mencionada institución expresaban que los grilletes fueron utilizados durante una parte del siglo XIX para mantener cómo prisioneros a esclavos negros ya que, eventualmente, podrían escaparse por el mencionado túnel (al que se refiere el mito) hacia el arroyo Medrano y desde allí alcanzar el Río de la Plata obteniendo su libertad. Además este mito urbano también menciona que el túnel fue construído para que los habitantes de esa estancia pudiesen escapar ante la llegada de malones integrados por aborígenes de la zona.
Cuenta Borges que, a fines de los años treinta, asistió a una riña de gallos en las inmediaciones de lo que hoy es el Museo Saavedra (Zito C.A. 1998: 192). Estos recuerdos de Borges confirman la historicidad de muchos aspectos de lo que Marechal noveliza (en “Adán Buenosayres” y “Megafón o la Guerra”). Destaca Borges que sus incursiones en Saavedra eran para visitar a Xul Solar, y de ahí que hayan coincidido en el parque Saavedra.. Sin duda, también Marechal fue protagonista de esas visitas, aunque la selectiva memoria de Borges no lo recuerde. Xul Solar, nacido con el nombre de Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari (1887-1963), se establece en Saavedra cuando retorna a Buenos Aires luego de vivir varios años en Europa. Es por entonces cuando toma contacto con los martinfierristas, el grupo reunido en torno a la revista Martín Fierro, que agrupa a Bernárdez, Borges y Marechal, entre otros.

El Barrio
Últimos días para anotarse en la Audiencia Pública por la Ley para renovar la concesión del Club San Jorge en Parque Saavedra
La exposición de vecinos se celebrará el 7 de abril en la Legislatura porteña.

Hasta el lunes 31 de marzo a las 17 hay tiempo para anotarse en la Audiencia Pública mixta (presencial y online) que se celebrará el 7 de abril en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires (Perú 160) de forma mixta obre la Ley de Aprobación Inicial N° 1579/LCABA/24 que “otorga la renovación del permiso de uso a título precario y gratuito del predio sito en Vilela 3340”, en el cual funciona el Club San Jorge dentro del Parque Saavedra.
Como había informado Saavedra Online, el plazo inició el 5 de marzo. El registro se puede hacer a través del sitio web https://participacion.legislatura.gob.ar/ o personalmente en la Legislatura (Perú 160): Oficina N° 110, en el horario de 10 a 17.
La vista del expediente se realizará tanto de forma virtual como presencial. El mismo estará disponible en el sitio web https://participacion.legislatura.gob.ar/. Alternativamente, se podrá solicitar una copia digital por correo electrónico, debiendo enviarse tal solicitud a pciudadana@legislatura.gob.ar. Asimismo, el expediente estará disponible en la Legislatura.
Como informó Saavedra Online, en diciembre pasado la Legislatura porteña aprobó con unánimes 58 votos positivos la primera lectura o sanción inicial del nuevo proyecto de Ley, ingresado en junio de 2024 con firma del legislador Lucio Lapeña (UCR-Evolución), para renovar la concesión del Club San Jorge dentro del Parque Saavedra, la cual había llegado a su fin el 2020.
El paso siguiente era la publicación de la Ley de aprobación inicial en el Boletín Oficial, tal como pasó este martes. Se espera que en los próximos meses se haga el llamado a Audiencia Pública, una instancia de participación no vinculante. Concluido ese paso, se votará la sanción definitiva (segunda lectura) en el recinto de sesiones una vez comenzado el periodo ordinario.
En 2021 una Ley de aprobación inicial llegó hasta la instancia de Audiencia Pública, en la cual los vecinos y socios expusieron sus argumentos a favor y en contra de la continuidad de la institución. El uso de las instalaciones por parte de las escuelas públicas de la zona fue uno de los temas salientes.
Por cuestiones ligadas a la dinámica parlamentaria, no hubo acuerdo legislativo para dar sanción definitiva.
En contexto, fue la misma época en la que avanzaba la vuelta a Pedraza y Cramer del Club Atlético Platense (CAP). En ese tiempo, ninguna de las dos propuestas tuvo sanción definitiva. El Calamar volvió al predio de Núñez con la sanción definitiva de una Ley aprobada a fines del año pasado.
Por eso, en junio de 2024 el legislador Lucio Lapeña (UCR-Evolución) había presentado el nuevo proyecto para renovar la concesión del club ubicado en Parque Saavedra. A los pocos meses obtuvo media sanción y ahora tendrá su Audiencia Pública, el paso previo a la sanción definitiva.
“Dada la trayectoria histórica mencionada y la promoción del deporte que lleva adelante la Asociación, resulta pertinente continuar el trabajo llevado a cabo en la Comuna 12, máxime, dada la dinámica que se entabló durante años entre la misma y los vecinos y vecinas que acuden a la práctica deportiva, habiéndose generado un vínculo en beneficio de la comunidad que este proyecto busca resguardar”, sostiene la fundamentación del proyecto.
El Barrio
Desarticularon una banda que vendía plantillas apócrifas en el Dot

La Policía de la Ciudad desarticuló una banda que vendía plantillas ortopédicas apócrifas y brindaba servicios médicos sin autorización en el DOT Baires Shopping de Saavedra y en el Abasto Shopping de Balvanera. Se incautó mercadería y maquinaria valuada en $80.000.000. Las cinco personas que atendían los locales fueron notificadas, pero no se las detuvo.
La Sección Relevamiento en Investigaciones COmplejas y la de Cierprevención de la fuerza porteña detectaron el desarrollo de esta actividad. La Fiscalía Especializada en Delitos Complejos y la Fiscalía Penal, Contravencional y de Faltas N° 35 autorizaron los allanamientos.
En los procedimientos realizados en ambos shoppings secuestraron impresoras 3D, instrumentos de medición de pies, accesorios, computadoras, posnets, aparte de unas 500 plantillas apócrifas.
La Agencia Gubernamental de Control (AGC) y la Dirección General de Fiscalización y Control (DGFyCO) labraron actas por falta de habilitación. En tanto, el Ministerio de Salud realizó las clausuras preventivas de ambos puestos.
El Barrio
A 25 años, la historia del parricidio de las “hermanas satánicas” de Saavedra
El crimen ocurrió en un PH de Manuela Pedraza al 5800 y conmocionó a la opinión pública de todo el país.

Este jueves 25 de marzo se cumplen 25 años del parricidio que cometieron las entonces vecinas y hermanas Silvina y Gabriela Vázquez, quienes asesinaron de más de 100 puñaladas a su padre, Juan Carlos, porque creían que el PH de Manuela Pedraza al 5800 que alquilaban estaba poseído por entidades malignas.
La madre de las niñas, Aurora, había fallecido en 1993 y tiempo después los tres se habían mudado del oeste del conurbano a Saavedra en 1997. Él trabajaba en una ferretería de Villa Pueyrredón.
La pérdida de la madre afectó a todos los integrantes, de distinta manera. Se habla de que Silvina, entonces de 21 años, tenía episodios de miedos intensos y Gabriela, de 29, había empezado a consumir drogas.
Instaladas en Saavedra, Silvina decía que escuchaba voces y que había visto al diablo dentro de la propiedad. Su hermana decía sentir algo parecido. Ante estos hechos, pidieron ayuda en el Centro Alquímico Transmutar, por lo cual empezaron a hacer cursos de “renovación de energías”, según reconstruye un texto de Infobae.
Días previos al crimen, las hermanas habían empezado un ritual de purificación junto a su padre. Los tres rezaban, pero también dormían en un mismo colchón y se bañaban con elixires en un marco de encierro. El ritual incluía sacarle el “muñeco diabólico” que ellas creían que su padre llevaba dentro.
En la madrugada del 27 de marzo en una habitación del primer piso del PH Silvina, desnuda, apuñaló a su padre en medio de libros, velas y demás elementos ocultistas. Gabriela tenía solo una remera y observó el ataque.
Pese a la cantidad de heridas que recibió el padre murió minutos después de la llegada de la policía, alertada por vecinos ante los gritos.
Las asesinas fueron arrestadas, primero estuvieron en el Hospital Pirovano y luego las llevaron a un pabellón del Hospital Moyano. El juez Julio César Corvalán de la Colina ordenó su libertad: “No protagonizaron una conjura exorcista, sino una sucesión de actos desorganizados, disparatados y absolutamente psicóticos, que culminaron con la patética muerte del padre”. El magistrado declaró inimputable a Silvina y a Gabriela la sobreseyó al entender que no participó directamente del crimen.
En la causa, un testimonio policial repasaba: “Los tres se encontraban ensangrentados y desnudos, estando las detenidas, Silvina y Gabriela, muy alteradas, gritando frases como ‘¡Satán está acá, salió de él, y ahora está en ella!’, o ‘¡Que salga el diablo, que salga el mal!’”.
“Había mucha sangre por todos lados. La casa tenía dos pisos; estaban trabajando los peritos, estaban los espejos rotos y puestos con la parte reflectante hacia abajo. Estaba todo tirado, había Biblias… todo estaba revuelto. Es un hecho que marcó mi carrera y seguramente nunca vaya a olvidarlo por lo impresionante que fue entrar en esa casa”, indicaba otro testimonio.
Tras el juicio, las hermanas siguieron alojadas en el Hospital Moyano hasta el 2003, cuando fueron dadas de alta. Después de eso rehicieron su vida y no se volvió a saber mucho de ellas. Silvina siguió con sus estudios de economía y se dice que Gabriela tuvo una hija, pero su pareja la abandonó al enterarse sobre los hechos en el PH de Saavedra.
Muchos años después, Gabriela dio una única entrevista a Chiche Gelblung en la que sugirió que, en realidad, Silvina tuvo un brote en el cual atacó a su padre y también buscaba hacerle daño a ella: “Lo que pasa es que Silvinita, pobrecita, no sé con qué se enajenó. Vaya a saber las barbaridades que le diría a este tipo (el dueño del Centro Alquímico Transmutar) que hablaba con ella, aparte, y no sé qué es lo que ella vio”.
“Llegó la policía y me la sacó de encima”, agregó y planteó: “Eso es lo que me contaron. Lo único que recuerdo es que estaba muy sacada y me decía que lo que estaba ocurriendo no era verdad”.
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