El paso bajo nivel de Balbín se extenderá entre Estomba y avenida Goyeneche. Pasará bajo las vías del ferrocarril Mitre. Su túnel será doble mano. Contará con cuatro carriles de circulación, dos por sentido, con una altura libre de paso de 5,10 metros (apto para tránsito liviano y transporte de pasajeros).

Pero aún no hay nada de eso en pie. En cambio, de cordón a cordón hay chapas amarillas sobre Balbín. La avenida es un lodazal con vigas, cables y obreros que van y vienen. Hay afiches sobre las vallas amarillas que prohíben el paso de las motos. Aunque quisieran, sería imposible por lo angosto de las veredas. Aparte, está cerrado el paso peatonal en el cruce ferroviario del lado sur. Los vecinos caminan por el norte y eso genera muchas veces demoras. Además, estaba cerrado el transito sobre Tronador y sobre Holmberg.

Al hablar con los obreros, no hubo un consenso sobre una fecha tentativa de finalización de obras. Hay quienes opinan que tardará un año y medio. Otros calculan un mínimo de dos años. Estos últimos dicen que en realidad debía estar en trabajo una plantilla de 100 personas, pero por distintas cuestiones ligadas a la empresa están en funciones cerca de 60. “Esto viene muy lento”, se quejan algunos comerciantes al respecto.

Del lado sureste del cruce con las vías había hasta cinco persianas seguidas cerradas, una de ellas con un cartel de venta. Un sábado a la tarde, horario de plena vida comercial en otros tiempos, la mayoría de los locales estaban con las persianas bajas. Algunos tenían carteles que decían que abrían pasadas las 17 o 18. Ha sido la forma que encontraron para hacer frente a la poca concurrencia.

Uno de los pocos locales abierto era la panadería Estrella Amarrilla. María es quien atiende y dice que su clientela hoy se basa en los vecinos de la cuadra y alrededores. “Del otro lado de Balbín ya no vienen, tampoco hay clientes que antes entraban al local porque estaban de paso; la venta bajó mucho, pero seguimos adelante con los clientes de toda la vida”. Dice también que hasta ahora no lamentó hechos de inseguridad: “Terminamos tarde, cuando ya son las nueve de la noche y estoy por cerrar el policía que está en la cuadra se queda conmigo”.

De todos modos, al alejarse de las cuadras afectadas en forma directa, la opinión sobre el túnel cambia. Dicen que la incidencia es menor. Francisco atiende el garage de Manzanares y Plaza y afirma: “Los vecinos pese a todo hacen el esfuerzo para dejar sus autos bajo techo en las noches, por lo que la actividad en este caso particular no bajo por la construcción del viaducto”. Sí reconoce un menor flujo de peatones y que a cierta hora es casi nula la actividad.

A pocos metros, sobe la ochava, Claudio tiene su negocio donde repara aparatos eléctricos. Dice que percibe el menor movimiento en estas calles pero que su clientela no bajó. “Los vecinos ahora (por el momento económico en general) caminan y buscan precios y por eso vienen acá, si ven que pueden ahorrar un poco más aunque eso implique ir y venir por la obra del viaducto lo van a hacer”.

La cuestión hídrica, un debate latente

Desde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires desde el comienzo defendieron este viaducto. Voceros de Autopistas Urbanas SA (AUSA) dicen que “esta obra permitirá eliminar el paso a nivel existente con el objetivo de  incrementar la seguridad vial, agilizar el tránsito y lograr una mayor conectividad entre ambos lados de las vías”.

Sin embargo, los vecinos manifestaron en varias ocasiones su temor a que este trabajo produzca inconvenientes y fomente el anegamiento de las calles. Eso fue lo que motivó la presentación de los dos amparos que durante un tiempo frenaron los trabajos. AUSA dijo al respecto que esta obra prevé una “especial readecuación hidráulica de la zona para adaptar la situación actual a la nueva configuración del terreno mediante la construcción de una nueva red de captación y conducción pluvial”.

A través de un informe de la Universidad de La Plata y con acciones jurídicas del doctor Mariano Przybylski en lo Jurídico y la ingeniera María Eva Koutsovitis en lo técnico hídrico, los vecinos y comerciantes de Balbín y adyacencias hicieron planteos para realizar modificaciones desde el diámetro de caños y tubos de desagüe hasta abrir el puente de Ruiz Huidobro.

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